CAPÍTULO XX
LA ARQUITECTURA EN LATINOAMÉRICA
INTRODUCCIÓN:
Los fenómenos de expansión demográfica y de crecimiento industrial y urbano que se dieron desde el siglo XIX, se producen en los países latinoamericanos esencialmente en las décadas de 1940 y 1950.
Todo esto ha originado la aparición del fenómeno de las “ciudades primadas”, este rápido crecimiento ha dejado a grandes masas de población sin posibilidad económica a la vivienda institucionalizada y todo esto provoco el paulatino forzamiento al Estado a intervenir en el problema de la vivienda y del crecimiento de las ciudades ofreciendo como salida los monótonos bloques y torres convencionales. Las políticas de autocorrección significarán la aceptación por parte de las instituciones de la dinámica activa de los habitantes de los barrios autoconstruidos y la aportación del soporte técnico, legal y financiero para rehabilitarlas y encuadrarlas dentro de una política urbana global.
Si el predominio de la metodología y el lenguaje racionalista en los conjuntos residenciales tendrán bastante inercia, los edificios públicos y comerciales de las ciudades serán generalmente banco de pruebas de una arquitectura más pretendidamente vanguardista y programática.
Dentro de la recienta arquitectura latinoamericana se distingue en 2 periodos:
- 1° PERIODO: Corresponderá a las décadas de los cuarenta y cincuenta destacando sobre todo la arquitectura brasileña, también mexicana y argentina.
- 2° PERIODO: Se empezará a evidenciar la crisis de los principios del movimiento moderno por lo cual promoverá una gran división de las tendencias en cada país, van aflorando la arquitectura de los países de reacción más lenta como chile, Colombia y también argentina.
La enseñanza que nos ha de aportar la experiencia latinoamericana, ha de ser la de mostrarnos su esencialidad basada en una síntesis. Detras de la ciudad americana y la ciudad europea hay culturas diferentes, las ciudades del nuevo mundo pasan directamente de la lozanía a la decrepitud, viven febrilmente en el deseo de ser jóvenes, aunque nunca sanas, en las ciudades europeas la historia se manifiesta con todo su peso, constituyendo el paso de los tiempos la mejor promoción para ellos, e incluso algunas se adormecen dulcemente en la muerte.
ARGENTINA
El caso argentino es de los países que no poseen una cultura arquitectónica anterior y por lo tanto siempre ha mantenido fuertes relaciones con la cultura europea. El panorama de la moderna arquitectura argentina tiene como primera referencia el manifiesto del grupo austral, firmado por Antonio Bonete Castellana, Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan, donde se introduce una serie de correcciones a la ortodoxia racionalista.
Antonio Bonete (1913) realizará la primera obra moderna de Buenos Aires: La casa en las calles Paraguay y Suipacha (1938-1939), con la idea de introducir una gran libertada de formas sin abandonar el fondo funcionalista. De esta primera época de racionalismo Lecorhusieriano a la argentina, destaca también otro arquitecto, Amancio Williams, que realizó en la casa de veraneo para sus padres en Mar del Plata (1945).
Eduardo Catalano y Horacio Caminos, autores del Auditorio Municipal de Buenos Aires y de la Ciudad Universitaria, también de Buenos Aires (1960-1972) emigraron a Estados Unidos. Y por último, Mario Roberto Álvarez, autor del Teatro Municipal de San Martín (1954-1960). Será precisamente en esta época de los sesenta cuando se configure una amplia arquitectura argentina con una importante trascendencia internacional.
Se recreará en muchas obras de estos arquitectos, tendiendo a caminos formalistas y neobrutalistas (como Clorindo Testa), hipertecnológicos (como el estudio Llauró, Urgell y Asociados), de un claro énfasis en los valores de significado (como la obra del equipo Solsona, Manteóla, Sánchez Gómez, Santos y Viñoli) o centrados en experiencias más p o é ticas y escultóricas (como Miguel Ángel Roca). La obra más personal, creativa y atrevida es la de Clorindo Testa (1923)
Posteriormente, en 1962, Testa, junto a Alicia Cazzaniga y Francisco Bullrich, ganará el Concurso para la Biblioteca Nacional de Buenos Aires que se realizará en los años setenta. Además Testa realizará bellas casas unifamiliares de cristal y hormigón. Esta arquitectura de confianza en la tecnología tendrá también su exponente en obras del equipo J. Erbin, M. Baudizzione, A. Varas y J. Lestard, tales como el local de la Editorial González Porto, en Buenos Aires.
URUGUAY
La arquitectura uruguaya contó durante el periodo del Movimiento Moderno con la figura de Julio Vilamajó (1894 – 1948). En la actualidad el ingeniero Eliado Dieste (1917) representa una de las tendencias de la arquitectura uruguaya.
Toda su dilatada obra que pasa por hitos tan remarcables como la Iglesia de Atlántida (1958-1,959), el Establecimiento T. E. M. en Montevideo (1960), la Iglesia de San Pedro en Durazno (1967-1971) y el Cobertizo para terminal de autobuses en Punta del Este (1969), está resuelta siempre a base de bóvedas de ladrillo. Su obra se centra en un esfuerzo científico por respetar el saber artesanal, mejorando y racionalizando la técnica y la expresividad del trabajo en ladrillo visto.
Entre 1946 y 1949, Uruguay contó con la intervención de Antonio Bonet, el cual realizó parte de su proyecto urbanístico para Punta Ballena (Maldonado), con obras como el Hotel Restaurante la Solana del Mar (1947) y la casa Berlingieri (1946)), que se integra a la topografía de las dunas y utiliza grandes bóvedas a la catalana. Entre la generación más madura destaca también el arquitecto Mario Payssé Reyes (1913) La política de vivienda social hasta 1975 ha sido realmente interesante, impulsando la participación de mano de obra no especializada dentro de operaciones del Instituto de Asistencia, tales como la Cooperativa Éxodo de Artigas, en Fray Benlos (19691976), y el Grupo Intercooperativo Mesa 1 en Montevideo (1975-1976).
CHILE
Tiene en la base una necesaria actitud de modestia, es el que posee una tradición de políticas de vivienda más avanzada, habiéndose dado prioridad a los programas de urbanización y construcción de viviendas económicas. Se produce con más lentitud, apareciendo a mediados de los sesenta, con la segunda oleada de arquitectura latinoamericana, toda una serie de obras importantes e innovadoras: el Edificio de las Naciones Unidas, en Vitacura (Santiago, 1960-1966), de Emilio Duhart; la Capilla Benedictina en Las Condes, afueras de Santiago (1964).
Emilio Duhart (1917) se tituló en Harvard en 1943, habiendo sido estudiante con Gropius y habiendo trabajado con Le Corbusier en 1952. Durante su etapa chilena se convirtió en la figura más importante y en el aglutinador de un momento de particular riqueza cultural, del cual el edificio para la O N U es la mejor muestra. Duhart trabaja a partir de una inteligente reelaboración del lenguaje más monumental y civil de Le Corbusier.
Este edificio sería una de las mejores muestras de esta síntesis peculiar latinoamericana, en la que la cultura de procedencia precolombina y la cultura de procedencia mediterránea alcanzan unos resultados espléndidos, intentándose en este edificio concreto expresar el ideal de confraternidad y convirtiéndose en el edificio público por antonomasia, en un paradigma de la arquitectura civil contemporánea.
A partir de mediados de la década de los setenta, el panorama de la arquitectura chilena se hace más complejo con la llegada tanto de las nuevas corrientes europeas, como de la influencia de Estados Unidos. De esta manera, se dan desde arquitecturas de influencia norteamericana, según grandes rascacielos, símbolo de la destrucción de la trama urbana ortogonal, hasta frustrados intentos neotecnológicos que ni el clima ni la preparación técnica chilena han soportado.
Aparecerán también obras próximas al eclecticismo posmoderno, como el conjunto Residencial Las Siete Hermanas en Viña del Mar. Aunque sea un tema más marginal, se han de destacar los vanguardistas experimentos sobre viviendas transitorias, a base del reciclaje de materiales como cartón, latas, madera o planchas metálicas, que con el fin de paliar déficit de vivienda, financió el gobierno de Allende.
PERÚ
La dualidad entre ciudad representativa y ciudad marginal es en P e r ú, una de las estrategias que adoptan las políticas de autoconstrucción es la de ofrecer a los habitantes la célula de vivienda ya estudiada. Es en Lima, una de las ciudades del mundo con más barrios.
El Concurso Internacional convocado por la O N U en 1966, para 1500 viviendas. A este Proyecto Experimental de Vivienda (PREVI) concurrieron varios equipos internacionales, preocupados por el tema de la vivienda evolutiva. Los proyectos ganadores, el del Atelier 5, el del alemán Herbert Ohl y el de los metabolistas japoneses Kikutake, Maki y Kurokawa, realmente no son tan interesantes como el de Stirling o el de Alexander.
El proyecto que con el tiempo se ha divulgado más, el del Center of Environment Structure, dirigido por el norteamericano Christopher Alexander, empieza a utilizar la idea de patterns. Basada en el respeto por la cultura autóctona de uso del espacio y pensada para dar a los usuarios la posibilidad de elegir.
La obra más ambiciosa realizada estos últimos años en Perú es el Centro Cívico y Comercial de Lima (1964-1971) (fig. 946), dirigida por un colectivo formado por J. García Bryce, J. Crousse, O. Núñez, S. Ortiz, R. Pérez León y A. Williams. Esta búsqueda de formas y volúmenes puros de hormigón desnudo está también presente en obras como el Banco Central Hipotecario del Perú.
COLOMBIA
La arquitectura colombiana presenta el resultado más unitario de toda la arquitectura latinoamericana. Después del período de aceptación de los principios del Movimiento Moderno, a partir de los años sesenta la mayoría de los arquitectos colombianos se comprometerán en la búsqueda de una solución de síntesis que, sin olvidar los avances de la arquitectura internacional, tenga en cuenta el legado cultural colombiano y el estado de evolución de las técnicas constructivas autónomas.
Según una inteligente interpretación de la tradición y a partir de este uso masivo del ladrillo, que se allá de una manera natural esta arquitectura que pretende ser eminentemente plástica, se dispondrá de los instrumentos para resistir al estilo internacional importado y se podrá crear una fisonomía urbana unitaria.
Colombia nos demuestra que al lado de las obras mayores existe una arquitectura en la que la armonía puede nacer de la medida y del respeto hacia la escala modesta y que la calidad arquitectónica puede desarrollarse fuera de las categorías de excepción, aplicándose esencialmente al hábitat. Conjuntos de vivienda en Bogotá tales como el conjunto Sorelia(1974-1975) de Billy Goebertus y J. González Botero; la Calleja (1975-1978) de Carlos Campuzano, L. F. Londoño y Hugo Herrera, y el de Santa Teresa (1977-1978) de Jorge Rueda y Carlos Morales.
Serían una muestra de ello y manifestarían la preocupación por la escala del hombre como garantía de la armonía, por recrear la dialéctica entre la naturaleza y la arquitectura, por crear sensación de amplitud, perspectiva y variedad, y por estructurar los conjuntos según espacios colectivos que caractericen al micro grupo social.
VENEZUELA
En la arquitectura venezolana destaca claramente la figura de Carlos Raúl Villanueva (1900-1975) En1928 obtuvo el título de arqui tecto en París se instaló en Caracas, cuando prácticamente no había arquitectos titulados y el país aún se hallaba en el subdesarrollo anterior al boom económico. En 1954 empezó a trabajar en la Ciudad Universitaria de Caracas, cuyas obras se prolongarán durante los cincuenta. De la Universidad destacan edificios como el Estadio Olímpico (1950), el Aula Magna para 2600 personas (1952), la Escuela de Arquitectura y la Piscina Universitaria, ambas de 1957, constituyendo todo el conjunto la máxima obra representativa de su propuesta de síntesis de las artes figurativas, creando espacios en los que la arquitectura, la escultura y la pintura estén presentes según un esfuerzo común. Entre 1953 y 1957, Villanueva intervino junto a Bermúdez. Brando, Centella, Mijares y Celis, en la vastísima operación, promovida por el Banco Obrero, del conjunto de viviendas 23 de Enero en Caracas para ciento sesenta mil personas y que constituyó el primer gran fracaso sociológico y urbanístico ante el problema de barrios marginados colocándolos en bloques y barrios diseñados según los principios de los C I A M.
MEXICO
El panorama contemporáneo de la arquitectura mexicana es muy variado y prolífico. A una fuerte tradición racionalista, que tendrá como principal representante a José Villagrán junto a Juan Sordo Madaleno y posteriormente a Imanol Ordorik.
Se adoptara la solución de la integración artística, intentando sintetizar la arquitectura con la escultura y la pintura con la introducción de grandes superficies de mosaicos. Esta corriente muralista, en la que colaboraran tres grandes pintores mexicanos, contará con una gran obra manifiesto, la Ciudad Universitaria de México (1953), de Enrique del Moral, Mario Pañi, Carlos Lazo y con murales de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiro.
Obras tan significativas como el Museo de la Revolución, el Museo Nacional de la Ciudad de Juárez, la Galería de la Historia (1960), el Museo de Arte Moderno (1964) y, sobre todo, el Museo de Antropología (1964) son una muestra.
Siguiendo un camino muy definido, la figura más significativa de la arquitectura mexicana moderna es Félix Candela (1910), que se ha convertido en un gran maestro de la arquitectura mundial, con un papel próximo al de Torroja, Nervi o Maillart, con una obra mexicana sensible a todo el debate cultural que allí se produce y con un fuerte papel para encaminarlo. Candela, español exilado en México en 1939, ya se había especializado en España y en Alemania en el estudio de estructuras laminares. A partir de un dominio absoluto de los temas constructivos, especialmente de la técnica del hormigón armado, explotará al máximo todas sus posibilidades plásticas y estructurales, recorriendo los caminos que. La nueva tecnología permita. Hacia 1949 crea su propia empresa, A L A, especializada en el diseño de construcciones laminares, lo cual le permitirá un control directo de la dirección de las obras.
El panorama arquitectónico es realmente variopinto. Se dan desde obras dentro de la tradición racionalista, hasta obras de arquitectura monumetalista y neotecnológica base del predominio del hormigón. En el campo de la vivienda social se ha de destacar toda la obra residencial de M. Pañi, como el barrio de vivienda López Mateos en México D. F. (1964).
CUBA
Aunque Cuba pertenezca a la unidad cultural latinoamericana, es un caso especial, en la medida en que, tras la revolución popular de 1959, se ha instaurado un modo de producción socialista, según una economía planificada. La arquitectura inmediata a la revolución, en parte a causa del norteamericano, se basará en soluciones artesanales, usando el ladrillo y la bóveda catalana, dentro de un clima de gran libertar para la tarea creativa de los arquitectos.
En la Cuba posrevolucionaria, también se vivirán momentos particularmente intensos, que tenderán a delimitar formalmente un orden nuevo y celebrativo: momentos de expansión cultural que, tanto en un caso como en el otro, las necesidades de producción tendrán que eliminar. Una figura que tomará un papel preponderante en el nuevo proceso de la arquitectura cubana será Fernando Salinas (1930).Profesor de diseño y urbanismo en la Escuela de Arquitectura de La Habana y director de la revista Arquitectura/Cuba, es el principal impulsor del proceso de tecnificación de la producción de edificios, especializándose en sistemas de prefabricación y estimulando todo tipo de estudios y experiencias de racionalización de células habitativas prefabricadas. Salinas intervendrán en gran número de obras escolares y conjuntos residenciales prefabricados, con la preocupación de encontrar una prefabricación específica para las peculiares condiciones climáticas de Cuba.
Este modelo de producción cuantitativa, que se ha empezado a aplicar a finales de los seseóla, tomará cuerpo definitivamente en el Plan Quinquenal de 1970-1975.
Se trataría de aplicar sistemas de elementos estándar, seriados y tipificados, que permitan la edificación acelerada de los proyectos, tendiendo a edificios de vivienda en altura, a la aplicación de materiales ligeros producidos industrialmente.
BRASIL
A partir de mediados de la década de los sesenta, la arquitectura brasileña, que había alcanzado un rango internacional, se estanca y decae, en la medida en que se notan los electos de la crisis socioeconómica que Frena el crecimiento de Latinoamérica a partir de 1965, en que no se puede dejar de ser sensibles a la crisis que los postulados racionalistas sufren a nivel mundial y en que el repertorio formal utilizado durante más de dos décadas se ha repelido excesivamente.
De todas maneras, los principales representantes de la escuela brasileña siguen realizando obras, especialmente Oscar Niemeyer (1907), que a partir de 1962 inicia un exilio político que le llevará a internacionalizar aún más su obra. En Argelia, la Universidad de Constantine (1968-1970), el Ministerio de Asuntos Exteriores (1974) y el Plan de Urbanización y Centro de la Ciudad de Argel. En Italia, la nueva Sede para las oficinas de la Editorial Mondadori en Milán (1975). En Francia, la Sede del Comité Central del Partido Comunista Francés en París (1971). En Israel, el proyecto para una ciudad en el desierto del Néguev. Y en su país, el Hotel Nacional de Río (1970), en forma de cilindro, en la búsqueda de una mayor abstracción formal; la catedral de Brasilia (1970), el Centro Musical de Río y el Museo del Hombre (1977), Todas ellas son obras que materializaban las ideas de Niemeyer.
De esta generación destaca también la obra internacional del arquitecto-paisajista Roberto Burle-Marx (1909), que en colaboración con Alfonso Eduardo Reidy (1909- 1964) realizó el Aterro Botafogo y Parque Flamengo de Río de Janeiro (1963-1970). Y de Vilanova Artigas, autor de una arquitectura más personal, destaca la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de Sao Paulo (1961-1968). La escuela lecorbusieriana, vanguardista y fascinada por la tecnología, con sede en Río y que ha visto su mayor realización en Brasilia, se verá superado por la renovación cultural que aportarán los arquitectos del ambiente cultural de Sao Paulo, más crítico y culto, y menos impresionado por los mitos de la producción moderna. A partir de ahí, la arquitectura brasileña se enriquecerá y también se dividirá, apareciendo tendencias totalmente nuevas y renovando su vocabulario gran parte de los mismos discípulos y compañeros de Niemeyer.
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